Renio

ELEMENTO 75

Renio

75

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A pesar de que escuchamos poco sobre él, el renio merece el oro en el podio de la tabla periódica, si existiera ese podio y si el oro no fuera, en sí mismo, un integrante más de la tabla. Para empezar, el renio fue el último elemento natural que se descubrió. Cuando Mendeléyev predijo que […]

A pesar de que escuchamos poco sobre él, el renio merece el oro en el podio de la tabla periódica, si existiera ese podio y si el oro no fuera, en sí mismo, un integrante más de la tabla. Para empezar, el renio fue el último elemento natural que se descubrió.

Cuando Mendeléyev predijo que debían existir los elementos debajo del molibdeno (es decir, los del grupo 7, con números atómicos 43 y 75), algunas personas se embarcaron a la pesca de estas figuritas difíciles. Pero nadie lo lograba. Hasta que en 1925, la pareja compuesta por Ida Tacke y Walter Noddack, junto con Otto Berg, utilizaron un enfoque original para aislar con éxito una cantidad minúscula del elemento 75 a partir del mineral molibdenita. En un rapto chauvinista lo denominaron Rhenium, en honor al río Rin de la tierra natal de Ida.

El hecho de que entre sus descubridores se encontrara una mujer lo hace también una rareza, ya que sólo otros cinco elementos comparten este origen: el radio y el polonio, descubiertos por la hoy archifamosa Marie Curie; el francio, descrito por Marguerite Perey, discípula de Curie; el ástato, que develó Berta Karlik, y el protactinio, que le debemos a Lise Meitner.

Muñeca brava, Ida no solo se conformaba con ejercer la ciencia en una época en que una ley impedía trabajar a las alemanas casadas; también se atrevió a corregir al prestigioso físico Enrico Fermi. Según ella, los resultados que él había obtenido en un famoso experimento se explicaban invocando la fisión nuclear. Nadie antes había propuesto la existencia de este fenómeno. Como en tantas ocasiones en la historia de la ciencia, esta idea demasiado novedosa encontró resistencia. Unos cuantos años después fue otra mujer, Lise Meitner quien postuló la existencia de la fisión (junto a Otto Frisch) a partir de los experimentos de Otto Hahn y Fritz Strassmann. Ida y su esposo fueron nominados en tres ocasiones al premio Nobel de química, que nunca obtuvieron. A Hahn y Strassmann les dieron el Nobel por su descubrimiento. A Lise, no.

Volviendo al renio, su ubicación en la tabla periódica delata que es un elemento muy pero muy pesado. Y acá vienen más récords: tiene uno de los puntos de fusión y ebullición más altos conocidos (3186 °C y 5630 °C respectivamente) y es además uno de los más densos. Estos no son sólo datos interesantes para coleccionistas sino que tienen implicancias importantes: ¿cómo resisten las altísimas temperaturas los materiales de los que están hechas las turbinas de los aviones y los cohetes, por ejemplo? Es gracias a la aleación de níquel con renio que las aspas de esos motores soportan la combustión infernal. Estas superaleaciones a su vez permiten que los combustibles se usen más eficientemente y así se abaraten costos. Hoy, sin renio no habría vuelos comerciales.

Por último, y manteniendo su pose de figurita difícil, el renio es uno de los elementos más escasos del planeta. Sólo se lo suele encontrar como impureza en las minas de cobre, y por eso no sorprende que el mayor productor mundial sea Chile, seguido de lejos por EE.UU y Kazajistán. ¿A cuánto cotiza un simple kilo? Entre 2000 y 3000 dólares. Para ser un metal, bastante salado.

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