El 19 de febrero de 1473 nacía en Polonia Nicolás Copérnico; desnudo y desconcertado, como cada vez que miramos al cielo. Su primer llanto fuera quizás presagio de esa angustia inapelable que abraza a quien flota perdido por el cosmos, al igual que todo lo que existe. Porque hizo falta que el hombre volviera a ser el centro del mundo para entender que el hombre no era el centro de mundo. TKM, Renacimiento.
Le llevó casi 25 años a este matematicoastrónomofísicoclérigoeconomista escribir una obra que cambiaría la historia. De revolutionibus orbium coelestium (Sobre las revoluciones de las esferas celestes) constaba de seis subversivos volúmenes que desafiaban la visión geocéntrica del Universo y que sentarían las bases de la Revolución Científica, a partir de la cual dejaríamos de patalear la incertidumbre para hacernos cargo de que todo lo que no sabemos es ‘No sé, hagamos el experimento y veamos qué onda’, y no ‘Dios’.
Copérnico conocía la potencia urticante de su modelo heliocéntrico, tanto para la Iglesia como para la comunidad científica, por lo que manejaba sus postulados con bastante cautela, hecho que lo llevó incluso a que no se publicara su obra fundamental en vida. No podemos decir lo mismo del no ignífugo Giordano Bruno, quien defendió estas y otras ideas sediciosas hasta el spiedo.
La teoría geocéntrica, propuesta varios siglos antes por Ptolomeo, no andaba tan mal, pero era una tormenta de caprichos matemáticos para bancar a una Tierra que, como nos contenía, debía ser el centro del Universo. Copérnico vio que había algo raro en una idea toda agarrada con alambre y pegada con cinta, y entendió que las leyes de la naturaleza tienen más que ver con la física que con nuestros miedos y deseos.
Le debemos a Copérnico el comienzo de una catarata de malas noticias, que luego serían verificadas por Galileo, corregidas por Kepler y que, pasando por Hubble y otros inquietos pinchaglobos, nos hacen cada día más conscientes de que no somos más que un irrelevante puñado de existencia boyando entre galaxias. Que no hay desgracia más noble que preguntarse hasta no saber.

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Copérnico
35×50 cm, papel 130 g.
18 modelos distintos.
Sí, es como una postal con anabólicos, pero cómo garpan en la pared en el living.
Poster: Juama Garrido
“TKM, Renacimiento” es genial, lo usaré de aquí en más!
Excelente artículo y muy bien ilustrado, como todo lo de El Gato y La Caja.
Pensar que en algún momento la gente creía que eramos el centro del universo, y que el mismo era un puñado de estrellitas me flashea una banda, osea todo bien pero nuestro ego es más grande que el propio universo, que el posta no que el que creían que era hace 500/600 años!
Buenísima nota y hermoso popster.
Una corrección, Polonia aparece con un acento que no va.
Alguna vez me dijeron que no use TKM, pero “TKM, Renacimiento”, me encantó
Su primer llanto fuera quizás presagio de esa angustia inapelable que abraza a quién flota perdido por el cosmos, al igual que todo lo que existe.
Me llenaron el orto de existencialismo chicos. Creo que los quiero.
Muy bueno el artículo. Habrá que ver qué pasa con esta teoría, si evoluciona o la refutan mañana, no más.
Seguro que los pseudocientíficos deben estar buscando (todavía) argumentos “irrefutables” de que Copérnico estaba en pedo o por lo menos fumado. ¿Dónde se ha visto un clérigo diciendo tales cosas anti aristotélicas? …y si no, que la hoguera se los lleve…
… como a Bruno… que con todo lo que recorrió Europa, se hubiera puesto una agencia de viajes y no lo hubieran condenado por mago y hereje…
El popster dice “martes” ?
El popster dice “martes”.
Corregido, gracias!
Decía. Gracias!
“…no hay desgracia más noble que preguntarse hasta no saber.”
Registrala, es una excelente frase!
Buen articulo. Me gusta como escribe la gente de “El Gato y la Caja”, lo digo sin ser obsecuente.
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Genial
:)
[…] no estaba de acuerdo con esa máxima varsavskiana de ‘investigarás para la revolución o nada’, pero supongo que sí estaría en buena parte de acuerdo con una idea muy potente de […]
Hola! Hermosa imagen y muy lindo artículo. Quería saber si la podrías compartir en alta porque me gustaría convertirla en un afiche. Gracias!
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[…] todo y cascotearle lo divino hasta convertirlo en una parte más de algo gigante. Esa obsesión por sacar a la Tierra del centro del Universo y al hombre de la cima de la creación es dura, pero marca una […]
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