El Gran DT

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Pablo A. González

¿Por qué los directores técnicos nunca ponen el equipo que uno quiere? ¿Cuántas formas hay de plantar a la Selección?

¿Por qué los directores técnicos nunca ponen el equipo que uno quiere? ¿Cuántas formas hay de plantar a la Selección?

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Debe ser difícil tener un laburo que 40 millones de personas piensan que pueden hacer mejor que vos.

Este privilegio, del que en teoría gozaban presidentes y ministros de economía hasta que llegaron los medios de comunicación, es siempre ingrato, pero nunca más que cuando se mezcla esa noción de que uno podría hacerlo mejor con la necesidad de obtener resultados tangibles.

Ahí es donde entra la tormenta perfecta. La madre de todos los quilombos. El peor laburo de todos los laburos: ser Técnico de la Selección.

Hay mucha elegancia en lo poco trivial que es la palabra. Selección, decís, y es exactamente eso lo que le toca hacer. Tu tarea mal y pronto es la de meter la mano en una bolsa gigante, sacar 11 fichitas (o 16, o 23, o 30), y ponerlas en un pizarrón. Esa elección también es la que todo individuo nacido o naturalizado argentino de 0 a 90 años asume que haría muchísimo mejor que vos

Hoy me pregunté qué tan difícil podía ser el laburo de este hombre adulto con proporciones abebadas y entendí que, en una de esas, el rictus permanente de puchero se debe a una de las tareas más demandantes del mundo: elegir.

Para entender la magnitud de la elección, lo más fácil es ir y calcularla, y para eso tenés que entender un apenas de álgebra, porque sí, lo que aprendés a veces sí te sirve. Hay una ramita que se llama ‘combinatoria’, que básicamente te enseña cuántas remeras y pantalones podés mezclar para salir siempre distinto en las selfies de ascensor. El tema es lo rápido que crecen esas combinaciones de 8 remeras y 4 pantalones cuando aparecen la 9na y el 5to.

Para ir de a poco, primero intentás imaginarte armar tu propio torneo de verano. Como poder, podés. No debe ser tan difícil elegir 4 equipos sobre 20 y ya, es cuestión de ponerse de acuerdo. Si no fuera porque armar combinaciones de 4 equipos entre los 20 del menú se puede hacer de 4845 formas distintas. 4845 torneos potenciales de 4 equipos que mezclan multicampeones con recién ascendidos, con multicampeones recién ascendidos. Pero eso es elegir 4 de 20, y no es nada comparado con elegir una Selección.

Es tan áspero el número a encarar que se necesita empezar recortando el Universo aunque sea un cachito, a ver si empieza a tener sentido. Para visualizarlo mejor, primero nos deshacemos del arquero, tarea difícil porque suelen ser altos y es mucho más fácil desechar  un Messi de 1,69 que un Romero de 1,92, pero tiene que haber una bañadera y suficiente base fuerte para derretir a este pibe.

Más allá de la planificación homicida, nos quedamos con 10 lugares para llenar con opciones. Opciones que van desde el bilardismo extremo hasta el Brasil del ‘70, compuesto por un 99.7% de delanteros y .3% de cashaça.

O sea que ya recortamos el universo a 10 flacos (independientemente de la posición), pero ahora hay que elegirlos de un total. Supongamos 30 equipos, porque torneo nuevo, y 10 titulares por equipo. Tenemos entonces un estresado seleccionador tiene que manotear 10 de 300. NO PUEDE SER TAN DIFÍCIL.

Pero sí, parece que sí. Cuando calculás cuántas combinaciones de 10 entre 300 podés hacer, te encontrás con un número tan enorme que le tenés que poner los puntitos y contar los ceros para decirlo en voz alta: 1.398.320.233.241.701.400.

Un trillón, trescientos noventa y ocho mil trescientos veinte billones doscientos treinta y tres mil doscientos cuarenta y un millones setecientos mil cuatrocientas combinaciones de 10 flacos.

Para tener una idea, si agarrás un trillón de monedas de un centavo, cubrís la superficie de la Tierra. Dos veces. Pero, tranqui, Sabella. Todavía podemos recortar el numerito. Imaginemos un 4:3:3, como quería Stephen Vader Hawking para la Inglaterra que no fue (o que se fue). Ahora es cuestión de elegir 4 defensores entre 120, 3 para el medio (entre 90) y 3 delanteros (de 90 ajusticiadores de modelos). Ya está, está acotado. TIENE QUE SER UN NÚMERO RAZONABLE.

Bueno, no: 113.373.801.869.328.000. Cientro trece mil billones de formas de armar un 4:3:3.

Va a haber que recortar más, y lo bueno es que hay números puestos. No lo vas a sacar a Messi porque ni la matemática te perdona, y terminás cayendo en un 4:3:(2+Messi). Y ahora sí, no puede haber TANTAS formas de parar 9 flaquitos más Messi en un 4:3:3. Pero, de nuevo. Sí. Hay 3.779.126.728.977.600.

Tres mil billones de equipos armables, aunque nos pongamos de acuerdo en el 4:3:3, aunque nos pongamos de acuerdo en el inamovible.

94 millones de equipos por habitante.

94 millones de mails con 94 millones de opiniones de 40 millones de personas que están convencidas de que tienen la posta. La que gana. La que va.

Pero la que va es una sola. Es la que es, y todo el potencial colapsa en 11 de verdad (Romero sin diluir en uno o más tachos de 200 litros). 11 ásperos de elegir en un número de combinaciones tan enorme que necesitás verlo en granos de arena o estrellas, porque los números que hay son tan enormes que no existen, y lo que te queda es ir y jugarle al tuyo, mal que al resto le pese. Cualquier elección implica renunciar a todas las demás, y mientras más son, más solo vas a estar. La lotería más improbable, la aguja en el pajar de agujas, el trabajo más ingrato del mundo, salvo que la pegues.

SALUDOS SABELLA.