Si nos organizamos

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El Gato y La Caja

¿Cómo nos volvemos actores reales en la selección de los contenidos que queremos que existan?

¿Cómo nos volvemos actores reales en la selección de los contenidos que queremos que existan?

Si nos organizamos

Que no haya un destino preestablecido, que no exista un plan para cada uno de nosotros, no implica que todas las cosas sucedan porque sí. Dentro del universo infinito de posibilidades, algunas cosas algunas cosas terminan sucediendo y otras no. La pregunta es ¿cómo hacemos para que pasen las cosas que nos gustaría que pasen? ¿Cómo nos volvemos actores reales en la selección de los contenidos que queremos que existan? ¿Cómo ganamos voz propia y le damos más voz a los agentes cuyas voces queremos que se multipliquen? La respuesta es simple: bancando.

Hoy, internet y las redes sociales nos dan la posibilidad de elegir como nunca antes qué queremos consumir y qué no. Al compartir y apoyar un proyecto o una idea, por primera vez en la historia tenemos la capacidad real y permanente de contribuir a que existan las cosas que queremos que existan y, de alguna manera, formar parte de ellas.

Queremos que la esencia de lo que hacemos llegue cada vez más lejos y más profundo, para que esta mirada alcance lugares que nunca antes había ocupado. Por eso internet y por eso gratis, porque no queremos que el contenido sea exclusivo, y porque creemos que es importante que llegue, en especial, a quienes tienen menos posibilidades de pagar por él.

Todo esto lleva a una pregunta evidente y fundamental que a menudo nos hacen: Gato ¿de qué vive? No lo van a poder creer, pero nosotros nos hicimos muchas veces la misma pregunta, y la duda no es angustia hasta que te das cuenta de que ni el chino de la vuelta ni el viejo que te alquila el departamento están dispuestos a intercambiar bienes y servicios sólo porque a vos se te ocurrió que capaz la mirada científica de encarar la vida puede llevar a un mundo más piola.

Una de las alternativas que le encontramos al desafío permanente de tratar de llegar a fin de mes se llama financiamiento colectivo (crowdfunding para los amigos). O sea, muchas personas poniendo un poco de plata a cambio (o, mucho mejor dicho, a favor) de algo. En nuestro caso, ese algo son productos físicos de calidad que diseñamos a partir de los contenidos que ofrecemos en las diferentes plataformas del proyecto, con un valor agregado a partir del diseño particular de cada soporte que exploramos. A veces pensando contenido exclusivo para este nuevo formato, a veces conceptualizando una idea que nos permita y justifique producir un libro, una taza o, por qué no, un par de medias. Este sistema nos da la posibilidad no sólo de seguir generando y ampliando los contenidos en forma gratuita, sino de hacerlo también de manera independiente y sin la necesidad de llenar la web de banners espasmódicos horribles.

Diseñar objetos y experiencias físicas es, por un lado, nuestra forma de traspasar la barrera de lo digital: poder tener en las manos un pedacito del proyecto, compartir un tiempo/espacio con otros que disfrutan de observar los mismos fenómenos o transitar las mismas conversaciones. Por otro lado, es también la manera que encontramos de generar contenido adicional y de calidad que le permita al proyecto existir de forma sustentable, sostenida, creciente y libre de intermediarios.

Ojalá podamos seguir haciéndolo y ojalá cada vez más creadores, proyectos y productos culturales puedan subirse a esta economía de la confianza, para que no nos impongan lo que consumimos y para que tengamos cada vez más poder de elegir a los agentes de la cultura que queremos que existan.

Este artículo forma parte del tercer y último Anuario. Acá encuentra otros textos que explican lo que hacemos y por qué lo hacemos, y que también están incluidos en el Anuario 2017.

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