IMG: Agustina Shuan
Datando a Mirtha
¿Cómo sabemos la historia de un organismo? ¿Por qué todo ser vivo es primo de todo otro ser vivo?
‘A Mirtha la tenés que datar usando Carbono 14’. Nos reímos todos. Telón.
El chiste es gracioso porque tiene la complicidad de los que saben que el ritmo de decaimiento de uno de los isótopos del Carbono (el que tiene un número de masa de 14, casualmente, y es muy inesperado que coincida ese dato con que se llame ‘Carbono 14’) es constante, pero más que nada, es gracioso porque Mirtha.
El problema es entender cómo Mirtha llegó hasta acá, y datar con Carbono 14 nos deja ir hasta unos 60.000 años antes de hoy, cosa que en términos de evolución es bastante berreta, porque para entender la forma en la que todos los organismos nos relacionamos entre nosotros necesitamos ir muchísimo más atrás.
Cuando armás el arbolito genealógico en 4to grado, la Srita Enriqueta te pide que llegues hasta los abuelos, o hasta algún bisabuelo, si se puede, pero no te exige ir más atrás. No te pide nada sobre un tatarabuelo, ni sobre el peludo bípedo que vino antes, ni sobre el dientón chiquito que convivió con dinosaurios, y ni hablar de toda la historieta invertebrada, babosa, apenas multicelular y finalmente, unicelular, desprotegida, única y frágil que arrancó todo este vicio de estar vivo y querer seguir estándolo.
¿Cómo mirás más atrás? Entendiendo el bardo.
Marcos cambia de mina seguido. Seguido seguido. Seguido al punto que podés saber en qué mes estamos, basándote en con quién está y así Julio pasa a llamarse Lucía, Agosto es Verónica y Septiembre, Laura. A principios de los 60, Emile Zuckerkandl y Linus Pauling conocieron a su Marcos en forma de hemoglobina, la molécula encargada de transportar el oxígeno en la sangre, y notaron que la cantidad de diferencias entre los aminoácidos de linajes distintos de bichos era directamente proporcional al tiempo que había desde esa divergencia. Mientras más tiempo hacía que tenían su antepasado común, más diferentes las hemoglobinas, y esas diferencias se convertían fácil en años.
Cuando una idea es buena, surge casi sí o sí en más de un lugar al mismo tiempo. Y eso pasó acá, cuando Emanuel Margoliash también tuvo una idea simple, pero hermosa. Margoliash estudiaba una proteína que se llama citocromo C, que aparece en BOCHA de individuos. Como estaba repetida por todos lados, estudiar los citocromos C de diferentes especies le permitía comparar bichos tan distintos como peces, aves, y humanos. Es más fácil entender la diferencia como noción de cuándo empezó la divergencia cuando te imaginás lo mucho en común que tenés para charlar con tus compañeros de secundaria en la cena que los reúne 15 años después.
Lo que pensó Margoliash fue que, como los peces divergen del linaje de los vertebrados antes que los pájaros o los mamíferos, el citocromo de los peces tenía que ser tan distinto del de pájaros como del de mamíferos. Y era. Es.
Cuando juntás las dos ideas, tenés la base de lo que se llama Reloj Molecular. Una genialidad práctica que no tuvo una explicación clara de por qué changos funcionaba hasta que llegó Motoo Kimura, un japonés recontracapo, que vino a decir que todo bien con Darwin, pero que había cositas funcionando a nivel molecular que boludeaban a la Selección Natural.
Kimura empezó a estudiar secuencias de ADN y vio que esas secuencias de ADN cambian con periodicidad, como el carbono 14 de Mirtha y las novias de Marcos. Las proteínas que copian el ADN se equivocan (bah, se ‘equivocan’ no, porque sin errores no habría evolución, así que usemos ‘equivocar’ como eufemismo) de vez en cuando, y meten un errorcito en la copia. Ese error puede estar en un lugar peligroso, vital, o puede estar cambiando un pedacito de ADN que se traduce en una proteína idéntica o en un lugar del genoma que no se lee seguido. Si está en un lugar importante, evidente, el organismo está al horno, porque el error va a ser atropellado por la selección natural, y chau organismo. El cambio también puede ser positivo (recontra pocas veces, pero pasa, porque estas letras no se ordenan por azar), y entonces la selección va a ser positiva. El tema son los neutros. Los cambios que no cambian nada. Los errores silenciosos que simplemente se quedan ahí, boyando y, como pasan con cierta periodicidad, podemos leer el tiempo en acumulación de estos cambios. La ficha que les faltaba a Pauling, Zuckerkandl y Margoliash para entender qué hacía que el reloj hiciera ‘tic tac’, y la lógica que nos permite hoy elegir qué reloj usar.
Así, podemos elegir áreas inestables en el genoma, que acumulan muchos cambios en poco tiempo y nos sirven para comparar dos especies cercanas. De la misma manera, podemos elegir zonas muy sensibles, donde un error puede ser catastrófico, y que cambian muy de vez en cuando (o, en realidad, que acumulan cambios neutros muy de vez en cuando, porque la mayoría de los cambios es negativa y la selección natural nos los saca del plato rápido), y son estas zonas de cautela las que usamos cuando queremos mirar bien de lejos y ordenar todo lo que está vivo.
Relojes moleculares que miden años, miles de años, o millones de años, dependiendo de qué tan importante sea el pedacito de ADN que decidas mirar. Errores que no son errores. Cambios que nos muestran que algo tan rico como la historia de miles de millones de años de variabilidad y selección que resultó en la cantidad de vida que hay hoy en el planeta se puede rastrear, porque una semana es poco tiempo para hacerlo todo, más si te tomás el domingo para descansar.
Ilustración: Agustina Shuan
Todo muy lindo, pero andá a sacarle un cacho de ADN a Mirtha!
No sabía nada de esto, ahora entiendo como miden de los 60000 años para atrás en seres (que estuvieron) vivos.
Gracias!
Puesto así suena facilito. Lo que no me queda claro es en qué momento nos separamos los seres humanos de ese antepasado remoto que es Mirtha.
Muy bueno el artículo. Me lo afano para trabajar en Didáctica de las Ciencias Naturales. Estamos trabajando las formas de conocer en ciencias y solemos proponerles la teatralización, la narración, construcción de modelos (no de esos que van por la pasarela, se entiende), humor científico y otras yerbas por el estilo.
Ah, me gustó lo de la picada y vinito. ¿Para cuándo? Suelo viajar cada tanto para La Plata y aledaños. Cuentenme para la juntada…
Gracias por hacer…
Enrique
Buenísimo! Me encanta cómo podés hacer tan simple y gracioso una serie de conceptos tan complejos. Gracias!!
[…] Datando a Mirtha […]
¿Pero no descansó el sábado?
[…] desde que San Martín cruzó los Andes, Chacarita salió campeón por última (y única) vez y Mirtha usó escarpines, te quedás corto. Todo ese tiempo es el que pasó entre que la Inquisición casi […]
[…] viven en el profundo frío y por lo tanto casi no han cambiado su estructura original, como Mirtha. En el frío, las cosas se conservan y cambian menos. Los cometas son entonces fósiles del Sistema […]
no casé cual es la idea base. estas cosas no son p mi
Es la primera entrada de esta página que no entiendo realmente un catzo!
Lo voy a tener que leer varias veces para tratar de cazar siquiera la idea principal;!!!
Pero el Carbono 14 no sirve para datar a Mirtha. El porcentaje estable de C14 se debe a que el C12 atmosférico es bombardeado por rayos UV y otras porquerías del Sol, y en promedio, una cantidad queda siempre ahí.
Entonces, mientras comemos o respiramos, absorbemos esa proporción, y luego la exhalamos, transpiramos, meamos o cagamos. Mientras sigamos comiendo y respirando, nuestra proporción de C14 es igual a la atmosférica. Cuando estiramos la pata, el ciclo se detiene, y el C14 empieza a decaer en C12 a razón de un 50% cada 5730 años. Ahí es cuando se dispara el reloj carbónico.
Para datar a Mirtha habría que hacer otras cosas, como contar sus apariciones en la Ilíada o la Biblia, o comparar sus manos con las de la Cueva de las Manos.
Y por eso nunca te contamos chistes de Mirtha a vos.
Eze, significa eso que no se pueden datar objetos de más de 11460 años o no entendí nada?
Los chistes de Mirtha me hacen reír a mandíbula batiente. (?)
No, se pueden datar objetos de más años debido a que el decaimiento es exponencial.
perfecta ortografía, pero narración 0. traten de ser más claros, chicos!
gracias :)
¯\_(ツ)_/¯
[…] en instrumentos y por lo tanto las diferencias en los registros aparecieron, como aparecieron las arrugas en la cara y los escupitajos hiperrealistas con el implacable HD. Otra posibilidad es atribuir el […]
[…] en comparación a la del té. Cuenta la leyenda que un día soleado del año 3000 a.C., mientras Mirtha correteaba pandas por un bosque de China, un emperador estaba echado bajo un árbol de té al mismo […]
Genial la nota. Se complementa y se entiende más aún cuando uno lee los comentarios. Si la selección natural reinara sin condicionantes, no habría “genialidades” del estilo “perfecta ortografía, pero narración 0. traten de ser más claros, chicos!”; ete aquí una proteína que se equivocó al copiar el ADN en una zona muy sensible.
[…] la fecha se estima entre el 7 y el 5 a.C.. Por suerte, como la astronomía es casi tan antigua como Mirtha, hay datos de astrónomos del momento que marcan eventos importantes o destacados que se vieron en […]
[…] momento de comer y reproducirse como si no hubiese mañana. Al mismo tiempo, si no metiéramos un pifie en la copia de ADN de vez en cuando, no habría variabilidad sobre la que seleccionar bichos […]
[…] No. Resulta que hasta el momento no existe ningún algoritmo que resuelva la factorización de números tan grandes en un tiempo razonable. Los métodos actuales tardarían cientos de miles de años en encontrar la solución. O sea que de la única persona que realmente deberías cuidarte es de Mirtha. […]
[…] a través de la bioinformática que hoy podemos saber qué tan lejos, evolutivamente, estamos los humanos de las ratas; o qué secuencias en el ADN conllevan un riesgo intrínseco de padecer ciertas enfermedade. […]
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[…] esa construcción del azar donde perdura lo que… perdura. ¿Hay teorías ahí? Se ha dicho que la evolución es la única noción universal en biología. A simple vista, es una ciencia que ha seguido una ruta […]
[…] comer y reproducirse como si no hubiese mañana. Al mismo tiempo, si no metiéramos un pifie en la copia de ADN de vez en cuando, no habría variabilidad sobre la que seleccionar bichos […]
[…] No. Resulta que hasta el momento no existe ningún algoritmo que resuelva la factorización de números tan grandes en un tiempo razonable. Los métodos actuales tardarían cientos de miles de años en encontrar la solución. O sea que de la única persona que realmente deberías cuidarte es de Mirtha. […]
[…] marcadores moleculares, los mismos por los que sabemos que Mirtha tenía de mascota un Velociraptor, descubrimos que hace unos 6 o 7 millones de años […]