Polonio

ELEMENTO 84

Polonio

84

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Dejando migajas por ahí.

En Julio de 1898, Marie y Pierre Curie descubrían un nuevo elemento metálico, muy inestable y por lo tanto difícil de aislar y estudiar. La única evidencia que tenían de que existía era su radiactividad. Lo nombraron polonio y la decisión de bautizarlo así fue una verdadera declaración de principios. En ese momento Polonia, como tal, no existía; estaba bajo dominio ruso, se le había cambiado el nombre y toda manifestación de su cultura y tradiciones era reprimida. De hecho, durante su adolescencia en Varsovia, Marie se había dedicado a enseñar a niños a leer y escribir en polaco, arriesgándose a ser deportada a Siberia. Con el descubrimiento −y la designación− del elemento que le valió su primer Nobel, Marie ponía la independencia polaca en el centro de la agenda internacional.

Por desgracia, el elusivo polonio se terminó cobrando varias vidas, entre otras −probablemente− la de la hija de Marie y Pierre, también científica y premio Nobel (qué familia, eh).

Un caso más reciente y documentado es el del espía ruso Alexander Litvinenko, ocurrido en 2006. Este desertor de la KGB vivía en el exilio en Londres desde que se negó a cometer un asesinato que le habían encomendado, y cada tanto denunciaba al gobierno ruso por pavadas como tráfico de drogas y redes de pedofilia. Pero you don´t mess with Putin: ahí mismo, en Londres, dos ex-compañeros de trabajo le condimentaron un té con un poquito de polonio. Con eso bastó. Litvinenko murió menos de un mes después, luego de que sus órganos fallaran uno a uno. Durante los pocos días de vida normal que tuvo antes de caer enfermo, dejó un rastro radiactivo en todos los lugares que visitó: o sea que, con toda su eficacia, el polonio no sería el elemento indicado para cometer el crimen perfecto.

Tranquilidad a la población: aunque sólo un gramo serviría para matar a unas 50 millones de personas, el polonio se desintegra rápidamente, está presente en la naturaleza en trazas y no representa un peligro. No hay nada que temer. A menos que estés en malas relaciones con la KGB.